En 2009 desde la marca de champagne Dom Perignon se pusieron en contacto con el diseñador alemán Karl Lagerfeld para que desarrollara un nuevo concepto de botella y la llamaron: “La botella de los deseos”. La fuente de inspiración para Lagerfeld fue el busto de la que fuera su musa durante años, la modelo también alemana Claudia Schiffer. Curiosamente la presentación de este concepto impactó no por ser el esperado diseño de una botella sino porque consistió en toda una arquitectura de tres botellas y un bowl (inspirado en un seno de la Schiffer) apoyado sobre ellas.
Otros ejemplos de la relación entre moda y vino serían la Veuve Cliquot (D.O. Champagne) cuenta entre su merchandising con algunos complementos de moda diseñados por Andrée Putman. También Donna Karan (DKNY) diseñó una botella para Moet & Chandon en su veinte aniversario y Yoko Ono hizo lo propio para la bodega toscana Nittardi. Se trata de una de esas anécdotas del vino, repletas de glamour, que nos encontramos en la historia del vino.
Y alguno pensará: ¿y cómo se ha colado el mundo del vino en el mundo de la alta costura? Ciertamente es bastante complicado ver a bodegueros metidos a diseñadores. Sin embargo, la respuesta es más sencilla de lo que parece: a través del maravilloso mundo del color. En Reino Unido los llaman cariñosamente boozy colours (colores beodos o borrachos) por ser reconocidos y reconocibles por su parentesco con algún varietal fundamentalmente dentro del amplísimo espectro de los vinos tintos, pero sin olvidar marrones ajerezados o dorados achampanados. Definitivamente los boozy colours son colores para el otoño siendo el rojo burdeos el indudable rey de la fiesta otoñal.