La propagación del Islam provocó la extinción de casi la totalidad de la elaboración de vino en Oriente Medio y el norte de África. De vuelta a la vieja Europa, durante la Edad Media la calidad (por llamarlo de alguna manera) en la elaboración del vino se resintió (¡de muy mala pasó a malísima!) y el mantenimiento de la vinificación se debió principalmente a la necesidad de contar con vino en los sacramentos cristianos, de ahí que no faltara un viñedo en ningún monasterio. Tampoco faltaba en las raciones de los soldados, ya se sabía desde tiempos inmemoriales que es mucho más peligrosa un agua sucia que un vino sucio… ¡por malo que sea! Ya en el Renacimiento la cosa comenzó por un lado a refinarse un poco y por otro a liberalizarse el consumo: los responsables de los principales astilleros venecianos construyeron en 1600 una fuente de vino tinto para que sus trabajadores pudieran beber todo lo que quisieran durante la jornada laboral. El vino se consumía en esa época sin copas de vino de cristal, pero la del vidrio y el cristal fueron de las industrias que más se modernizaron gracias al vino.
No se sabe si trabajaban más, lo que es seguro es que trabajaban más contentos. En aquellos años la vid encuentra nuevos suelos en los que echar raíces al acompañar a los españoles en la sentina de sus galeones, primero a Sudamérica, siendo el actual Perú el primer territorio en contar con un viñedo y en elaborar vino. De hecho, Perú llegó a producir tanto vino en el siglo XVIII que si hoy día elaborase al mismo nivel sería uno de los productores a tener en cuenta en el mundo del vino. Y poco después llegó la vinificación a Norteamérica, donde los españoles también produjeron vino en Florida en 1564 a partir de uvas autóctonas. El clima subtropical de la zona no debió ponérselo fácil pero dicen que la motivación mueve montañas… y si la motivación es para obtener vino el Himalaya se queda pequeño. Las misiones también introdujeron el vino en California empezando por San Diego en 1769 a cargo del monje franciscano Junípero Serra. Sin embargo, la industria del vino californiano no arrancó hasta la década de 1850, una vez que la fiebre del oro finalizó y muchos buscadores sin objetivos y cuasi-arruinados decidieron enfocar sus escasas energías en plantar sus tierras con viñedos.