Por otro lado los vinos blancos confieren el toque de acidez requerido por determinadas salsas de guisos de pescado o cremas que acompañen pescados y mariscos. Aquí es posible adicionar blancos más densos del estilo de un Chardonnay u otro blanco fermentado en barrica, o bien emplear blancos más ligeros y afrutados como un Albariño, un Verdejo o un Sauvignon Blanc o una tercera vía serían blancos con toques dulces como un Malvasía o un Moscatel. Si estamos lidiando con un plato potente o bastante especiado podemos usar un blanco aromático del estilo de un Albariño, un Verdejo o un Gewürztraminer. En el caso de salsas más secas que acompañen al marisco es mejor usar vinos muy secos y salinos como una Manzanilla de Sanlúcar, un Fino de Jerez o incluso un Amontillado. Todo esto se puede probar sin temor a equivocarse para las carnes blancas (pollo, pavo y cerdo). Aunque estas carnes ligeras (y esto es del mismo modo para la pasta) también casan muy bien con rosados, espumosos y tintos muy jóvenes y afrutados.
Si lo que queremos es hacer una salsa compotada de frutas muy dulce para acompañar un foie o carne de caza lo mejor es emplear un vino dulce potente y de calidad, como un Tokaji, un Sauternes, un moscatel valenciano, un tostado del Ribeiro o un vino de hielo.